domingo, 25 de noviembre de 2012

El lenguaje de los nuevos medios de comunicación - Lev Manovich

Nativos Digitales

LA PARADOJA DEL APRENDIZAJE PROFUNDO

  ¿Los videojuegos bélicos son buenos modelos de aprendizaje?

 En un reciente artículo, James Paul Gee, reflexiona acerca de cómo debería ser un videojuego instructivo de última generación. Como ejemplo, aunque no el mejor, utilizó “Full Spectrum Warrior”, basado en una simulación y un entrenamiento para el ejército norteamericano que le enseña al jugador como ser un soldado profesional. La conclusión de Gee es que un buen videojuego instructivo debería seguir el modelo de elegir un dominio de auténtico profesional, optar por las habilidades y el conocimiento que debe ser distribuido, construir un sistema de valores integral al juego y relacionar instrucciones explícitas a contextos y situaciones específicas.

  Video guerra a muerte contra el fetiche del contenido

 Autores como Gee, Prensky, parten de un crítica mortífera del fetichismo de contenido, la idea de que todas las disciplinas académicas, están compuestas por una serie de cuerpos y hechos de información y que el aprendizaje consiste en enseñar y probar esos hechos. Cuando se trata el conocimiento como actividad y experiencia, y no como hechos e información, los hechos empiezan a vivir. Aquello que se resiste a la memorización y al aprendizaje automatizado, se asimila más fácilmente si los alumnos están inmersos en actividades y en experiencias que usan estos hechos para planes, objetivos y propósitos en dominios coherentes de conocimiento. Dejar a los estudiantes, cuando son novicios, que naveguen libremente en medio de experiencias muy ricas, sin tutoría o una guía, sólo llevará a malas generalizaciones.
 
  La heterogeneidad de los dominios del conocimiento

 Ésta es precisamente la paradoja del aprendizaje profundo (Gee). Es absurdo e inútil tratar de enseñar todo a los novicios y menos que lo aprendan espontáneamente. Los educadores no pueden convertir todo lo que saben experiencialmente en palabras, porque un dominio de conocimiento está compuesto por modos de hacer, ser y ver. Los estudiantes, al no haber vivido esas experiencias no podrían entender ni retener lo que los educadores dicen.

  El difícil camino que va del paradigma de la transmisión al de la transacción

 Muchos alumnos se aburren en las clases. Terminan aprendiendo muy poco. No les interesa que es lo que está exponiendo. Hay un bajo rendimiento. En este marco, quien termina aprendiendo más, es el mismo docente, ya que la mayor actividad cognitiva queda de su parte. Sólo el alumno que ya está capacitado por su cuenta y motivado para emprender una serie de acciones similares, (el 10 o 15 %) es el que verdaderamente aprende.

  Hipnotizados por el fetichismo del contenido

Lo que los estudiantes sacan en limpio de una clase depende mucho más de los usos que de los temas. El factor limitante de la cantidad y el tipo de aprendizaje está ligado al uso del lenguaje. El formato de las clases, en el que el docente habla interminablemente y el alumno tiene que callar, termina comunicándoles a los alumnos una porción de lo que necesitan aprender. El docente se priva de enseñarles datos claves acerca de los procesos y prácticas discursivas y de pensamiento; propias de un experto en un área.